Las respectivas autoridades, para intentar controlar este problema, establecieron del denominado estanco de naipes, los cuales eran arrendamientos para la fabricación, venta y distribución de barajas autorizadas por la Corona Española en determinados territorios. Sin embargo, se siguieron presentando diversos casos de falsificación.

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Tal fue la situación que se presentó en 1656 en la ciudad de Puebla, cuando el clérigo Andrés de Chávez, montado en un caballo, llegó a las puertas de una posada en donde se presentó con el dueño y otros invitados, manifestando que se presentaba en tal lugar y ante sus habitantes tras escuchar rumores de que en dicha posada se acostumbra a jugar cartas con regularidad, por lo que le ofreció en venta al propietario una baraja traída desde la Ciudad de México.

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El dueño de la posada tomó la baraja con desconfianza y la inspeccionó para checar las características de color, tamaño, estampado, sello y rúbrica, para determinar si la baraja que le ofreció era procedencia legal. Al inspeccionarla se dio cuenta de inmediato que los naipes eran falsos y no correspondían con los referidos elementos que debía tener las cartas del estanco de la zona de puebla, dando aviso a las autoridades de inmediato.

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Cuando los alguaciles acudieron a la posada le pidieron a Andrés de Chávez mostrar el interior del bolso que portaba consigo, a lo que el clérigo reaccionó de manera violenta negándose a entrar y mostrar el contenido de su bolso, pero tras varios forcejeos los oficiales lograron arrebatarle sus pertenencias encontrando dentro de su bolso 116 paquetes de naipes cerrados y como era de suponerse todos eran falsos.

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Andrés de Chávez fue llevado a la cárcel de la ciudad de Puebla, en donde se le comenzó a interrogar sobre su procedencia y la obtención de los paquetes de baraja, el clérigo declaró tener 21 años y ser capellán en la Ciudad México, así como poseer el titulo de bachiller, es decir un joven instruido. Con respecto a los paquetes de baraja dijo desconocer que eran falsos y la cantidad de paquetes que eran, pues él solo había seguido un encargo pedido por su hermano mayor, por lo cual aseguraba que solo los había vendido por buena voluntad.

Las investigaciones se fueron extendiendo día con día y se fueron descubriendo varias incongruencias en las palabras del acusado, como que ya con anterioridad había vendido algunos paquetes de barajas en otras poblados; así como que en realidad procedía de una familia muy humilde conformada por cuatro hermanas, que posiblemente fue lo que lo obligó a vender los naipes falsos.

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Mientras el proceso continuaba, una mañana Andrés de Chávez no fue encontrado en su celda, los alguaciles trataron de encontrarlo por las cercanías de la prisión, pero no tuvieron éxito alguno, no obstante, el clérigo llegó a enviar un escrito donde comunicó que se había fugado por las malas condiciones que se encontraba recluido, además de manifestar que su proceso se estaba llevando con ciertas injusticas, dejando su paradero desconocido y su proceso inconcluso.

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Referencia:  AGN, Indiferente Virreinal, caja 1709, exp. 018.

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*

La falsificación de naipes un delito en la Nueva España