Para dignificar el valor de esta histórica pieza documental se llevó a cabo un acto de inauguración encabezado por siete trabajadores de diversos archivos de distintos organismos del Estado, entre ellos la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; la Policía Bancaria e Industrial, y Aeropuertos y Servicios Auxiliares, los cuales culminaron con éxito el curso de “Valoración Documental y Grupo Interdisciplinario” impartido en la sede del AGN.

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Durante el acto de inauguración pudieron conocer parte de la historia de la Crónica mexicana, misma que se asienta en la cédula descriptiva del documento elaborada por el Departamento de Programas Educativos para la Ciudadanía del AGN, en donde se explica que, pocos son los documentos que dan cuenta de la historia de los pueblos prehispánicos, particularmente de los mexicas, quienes tuvieron una clara conciencia de la importancia del tiempo histórico, de la narración de los orígenes míticos a fin de justificar su posición política dominante. Es conocida la quema de documentos y reescritura de su pasado realizada por el tlatoani Itzcóatl y su consejero Tlacaélel una vez que lograron imponerse sobre Azcapotzalco en 1428. Casi un siglo más tarde, la historia que escribieron sucumbió bajo los escombros y el fuego de los amoxcalli (casas de libros) durante la destrucción de la ciudad de Tenochtitlán.

Por mucho tiempo se pensó que no había vestigios de testimonios producidos antes de la llegada de los conquistadores españoles, por lo cual todo lo recopilado había sido escrito por indígenas y por frailes novohispanos con base en testimonios de ancianos y algunos documentos elaborados pocos años después de 1521 como la famosa Tira de la peregrinación (1530-1541). Hoy sabemos que dicha tira y otras historias tempranas que dieron cuenta del pasado mexica se inspiraron en un documento que sobrevivió a la catástrofe, pero cuyo paradero no se ha podido localizar: el misterioso Códice X.

Entre los textos que abrevaron de ese códice se encuentra la Crónica mexicana escrita hacia 1598 por Hernando Alvarado Tezozómoc. Hernando pertenecía a la nobleza indígena, a los linajes que se extendían a Axayácatl en la línea paterna y en la materna a Moctezuma Xocoyotzin o II, tlatoani entre 1503 y 1520, pero nació cuatro años después del inicio de la dominación española, con una cultura mestiza, aunque no totalmente hispanizada. Así, Alvarado fungió como un puente entre el náhuatl y el español sobre todo como intérprete en la Real Audiencia de México y dejó una huella en ambas lenguas del mundo en declive con los símbolos de la cultura dominante en pleno ascenso.

En la nueva lengua escribió esta crónica en la que a lo largo de 112 capítulos cuenta con admiración la historia de los mexicas desde fines del siglo XIV hasta la llegada de Hernán Cortés en 1519. El autor narró el origen de los mexicas y su llegada al lugar donde fundaron su ciudad con el triunfo sobre Azcapotzalco. El texto reprodujo la idea que identificó la fundación de Tenochtitlán con la migración de los mexicas o aztecas chichimecas, nombre genérico de los pueblos habitantes de Aztlán, adoradores de Huitzilopochtli, quien los condujo a su nuevo hogar. Alvarado dio cuenta de los siete pueblos, de su deidad correspondiente y del proceso migratorio de años que culminó en la cuenca de México. Además, destacó el carácter guerrero del mexica y su deidad central, así como el respeto ganado en medio de batallas que les permitió lograr un sitio en las inmediaciones de la laguna tras sus servicios al señorío de Tezozómoc. La crónica también nos narra el fin de la alianza con los tepanecas en 1428 con la rebelión liderada por Itzcóatl y el paso a su predominio político sobre los pueblos de la cuenca hasta 1521.

La Crónica mexicana es una fuente de gran importancia para el estudio de la sociedad mexica, con las limitaciones y virtudes de interpretación y acceso a la información propias de su época. Desde entonces se convirtió en una obra de referencia, pues, aunque desafortunadamente se desconoce el paradero del manuscrito original, durante su existencia se produjo al menos una copia que debió conocer Alvarado. El resto se conoce a partir de algunas reproducciones generadas en el siglo XVII. Una de ellas se encontraba en manos de Francisco Becerra y posteriormente fue adquirida por Lorenzo Boturini en su estancia ilegal en Nueva España. Su amigo, Mariano Fernández de Echeverría y Veytia logró sacar una copia con el permiso de las autoridades virreinales y cuando murió en 1780 pasó al archivo de la Secretaría de la Cámara del Virreinato. La copia que tienes ante ti se generó en 1792 a partir de la de Veytia, a propósito de una orden desde la península para recopilar y copiar los documentos considerados históricos. Desde luego, la obra de Hernando estuvo incluida entre las que fueron calificadas de esa forma.

La historia de la Crónica mexicana no concluyó ahí, ha tenido incontables aventuras que se necesitaría de una crónica de la crónica. En 1823 pasó al Archivo General y Público de la Nación, hoy Archivo General de la Nación en donde se resguarda como una de las últimas copias de un manuscrito no hallado que a su vez abrevó de un códice misterioso. El trajín de este documento nos hace reflexionar en aquello que convierte a un documento en histórico: ¿son tales sólo aquellos considerados originales? ¿Qué hacemos con las copias producidas en una época muy lejana, pero con un significado particular? ¿Qué hacemos cuando la copia de la copia es el único vestigio que nos queda de la experiencia humana? ¿Entonces lo histórico está en el intangible mundo de los significados históricos que contiene todo documento? Tú, ¿qué dices?

Ante este interesante cuestionamiento, el personal que estuvo presente en la inauguración manifestó que “al ser único este documento dentro del acervo del AGN, cobra un gran valor sin importar que se trate de una copia”. Otro de los visitantes llegó a comparar las peripecias de la creación de este documento con la experiencia que llegan a vivir algunos archivos estatales, quienes al “ya no contar con muchas de las piezas originales” conforman su acervo con copias de documentos.

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Sin duda alguna, indagar más sobre el devenir de la Crónica mexicana, es un atrayente punto de partida que puede despertar el interés de la ciudadanía por conocer más sobre cómo se ha conformado el acervo del AGN y la memoria documental de la nación.

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Conoce en el AGN la Crónica mexicana, un documento sobre el histórico pueblo mexica