Durante el periodo colonial, para combatir las altas temperaturas, los hieleros abastecían de hielo natural a los centros urbanos para enfriar diversas bebidas refrescantes, como las famosas aguas frescas y nieves de sabor.
Ante la demanda de este recurso, se estableció el estanco de la nieve, un monopolio para controlar su producción, distribución y venta, así como para satisfacer la demanda y dar liquidez a la Real Hacienda. El estanco de la nieve significaba para la Real Hacienda un ingreso menor que otros monopolios por las variaciones que tenía su comercialización a lo largo del año, álgida en verano y baja en invierno. Por este motivo, la administración de este negocio fue controlada a través de particulares y no directamente por las autoridades virreinales.
Para determinar quién sería el encargado del estanco de la nieve, el gobierno pregonaba un remate público con la finalidad de conseguir la mejor oferta que pudiera garantizar el abasto por un periodo de cinco años, lapso en el cual el arrendador tenía que comprometerse a cumplir ciertos requisitos, como evitar la escasez de hielo durante la temporada de calor.
El valor de la renta del estanco de la nieve dependía de la zona en la que se distribuyera el hielo y se consideraba normal que la renta anual fuera más elevada dentro de los lugares poblados y cálidos que en poblaciones pequeñas. Por ejemplo, en 1774, el remate del estanco de nieve en Puebla fue otorgado a Justo Antonio Rementería por el valor de 3550 pesos por año, mientras que en ese mismo periodo, en el pueblo Tehuacán, se ofreció a Jacinto Joseph de Espinoza por tan solo 70 pesos anuales (imágenes 1 y 2).
Imágenes 1 y 2. Remate del estanco de nieve en Puebla a Justo Antonio Rementería por el valor de 3550 pesos por año, Puebla, 1774
El hielo se extraía de los depósitos naturales que se formaban en los volcanes y zonas montañosas. No era una tarea nada sencilla, se requería subir desde la madrugada a las minas de hielo por senderos sinuosos y bajo condiciones climáticas aciagas para quienes no estaban acostumbrados al frío. Por estas razones, algunos encargados del estanco les solicitaron a las autoridades la ayuda de los indígenas originarios que habitaban cerca de las montañas (imagen 3).
Imagen 3. Documento que le autoriza a Juan de Vilches trabajar con personas indígenas para la extracción de la nieve, Ciudad de México, 1643
Una vez recolectados los bloques, debían de ser transportados en mulas hacia la ciudad o pueblo. De aquí se derivó otra problemática, pues entre mayor fuera la cantidad de hielo, mayor el número de animales de carga que se debían utilizar, además, en algunos casos, la distancia entre la mina de hielo y el centro urbano era demasiada, lo que ponía en riesgo la salud de los animales. Es por ello que para sortear este problema, las autoridades decretaron algunas disposiciones como permitir el sistema de relevo de mulas (imágenes 4 y 5).
Imágenes 4 y 5. Permiso para utilizar mulas de otros propietarios para transportar el hielo, Ciudad de México, 1759
Otro de los problemas a los que se enfrentaron fue al derretimiento de los bloques de hielo, por lo que se buscó que el traslado no fuera entorpecido por el pago de peajes o las revisiones de los guardias de garita. No obstante, los bloques se envolvían en hojas de petate cubiertas de sal, esto permitía que el producto se conservara alrededor de tres días en pozos especiales (imagen 6).
Imagen 6. Obligación del asentista a solo traer hielo para tres días, pues no se podía conservar por más tiempo, Ciudad de México, 1759
Las botillerías y los neveros eran los principales consumidores de hielo y estaban obligados a comprarles solo a los rentistas del estanco de la nieve, ya que algunas personas, ante la demanda, vieron la oportunidad de explotar el hielo de las montañas de manera ilegal, práctica que fue penada con multas.
Por otro lado, el sector salud también utilizaba este elemento para reducir o controlar padecimientos como la fiebre amarilla, así que en temporada de epidemia aumentaba su demanda. Uno de los casos más alarmantes se presentó a mediados del siglo XVIII en Veracruz, cuando una fuerte epidemia de fiebre amarilla provocó la escasez de hielo, aunque en aquella situación los motivos del desabasto se debieron al arrendador del estanco.
El problema comenzó cuando el administrador del estanco, Salvador de Sala, les solicitó a las autoridades de la Real Hacienda que se modificaran las condiciones del arrendamiento para que pasara de ser un estanco a un oficio vendible y renunciable. Así, bajo el argumento de que los cinco años de arrendamiento solo ocasionaban pérdidas económicas, buscaba obtener la perpetuidad del reparto de la nieve a cambio de un solo pago a la Real Hacienda (imágenes 7 y 8).
Imágenes 7 y 8. Solicitud de Salvador de Sala para que el estanco de la nieve le sea otorgado como oficio vendible y renunciable, Veracruz, 1771
Al final, las autoridades cedieron a la petición de Salvador de Sala, pues no encontraron a otra persona que pujara por el estanco de la nieve. De igual forma, no podían seguir prolongando el desabasto de hielo, tanto por cuestiones legales y administrativas, como por la epidemia y el clima de Veracruz.
El estanco de la nieve fue un negocio de alto riesgo que requería recursos y determinadas condiciones para su operación. Esta situación llegó a ocasionar un déficit de arrendatarios interesados en administrarlo, lo que obligó a las autoridades a tener que ceder, en algunos casos, a las exigencias o condiciones que ponía el arrendador y así evitar la escasez de un recurso que resultaba vital para combatir las altas temperaturas y los síntomas de la fiebre.
Bibliografía consultada:
De Fonseca, Fabian, Historia general de la hacienda real, Ciudad de México, Empresa por Vicente G. Torres, 1845. [Consulta: 21 de junio de 2023]
Glosario de Real Hacienda, Ciudad de México, El Colegio de México. [Consulta: 21 de junio de 2023]
González de la Vara, Martín, “El estanco de la nieve (1596-1855)”, Estudios de historia novohispana, Ciudad de México, número 11, 1991. [Consulta: 19 de junio de 2023]
Referencia de imágenes:
Imágenes 1 y 2. Remate del estanco de nieve en Puebla a Justo Antonio Rementería por el valor de 3550 pesos por año, Puebla, 1774, en AGN, General de Parte, vol. 52, exp. 96, fs. 94f y 94v.
Imagen 3. Documento que le autoriza a Juan de Vilches trabajar con personas indígenas para la extracción de la nieve, Ciudad de México, 1643, en AGN, General de Parte, vol. 9, exp. 50, f. 30f.
Imágenes 4, 5 y 6. Permiso para utilizar mulas de otros propietarios para transportar el hielo y Obligación del asentista a solo traer hielo para tres días, pues no se podía conservar por más tiempo , Ciudad de México, 1759, en AGN, Oficios vendibles, vol. 26, exp. 1, fs. 58v, 59f y f. 57v, respectivamente.
Imágenes 7 y 8. Solicitud de Salvador de Sala para que el estanco de la nieve le sea otorgado como oficio vendible y renunciable, Veracruz, 1771, en AGN, Oficios Vendibles, vol. 26, exp. 1, fs. 135v. y 136f.
*Imagen de portada: AGN, Propiedad Artística y Literaria, CBW/ Volcanes/ 9, núm. de registro 6353. La ilustración utilizada es una interpretación libre realizada por la Subdirección de Divulgación del AGN a partir de la resignificación del patrimonio documental de la nación y solamente busca brindar un elemento visual de referencia sobre el tema.