Las alhóndigas fueron establecimientos mercantiles con facultades económicas y jurídicas creadas durante la Edad Media en territorios como España. Principalmente, servían como almacenes de cereales y otros productos con la finalidad de contar con reservas durante las temporadas de sequía. Tenían la facultad de regular y vigilar la venta de granos y, al ser espacios mercantiles con carácter jurídico, podían fijar los precios, establecer medidas de peso y, en ciertos casos, confiscar granos a los productores.

En territorio novohispano, entre 1573 y 1583, se institucionalizó y estableció la primera alhóndiga en la actual Ciudad de México, en la que se conservó especialmente maíz. A pesar de ser un gran apoyo para la población en tiempos difíciles, se presentaron algunos casos extremos en donde la escasez de granos provocó desde hambruna hasta revueltas, tal como se vivió el 8 de junio de 1692, cuando un grupo de personas se amotinaron porque a causa del clima y de una plaga de chahuistle sufridos el año anterior no había alimento suficiente.

En 1809 nuevamente hubo escasez de maíz, la cual se prolongó hasta 1810, y en diversos poblados de la Nueva España se tomaron medidas para contrarrestar esta situación, por ejemplo, en la alhóndiga de Querétaro mezclaron el poco maíz que tenían con trigo y limitaron la venta, los compradores podían acceder solo a medio real de maíz y a un real de trigo (imagen 1).

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Imagen 1. Petición del corregidor Miguel Domínguez para proveer a la alhóndiga de Querétaro de maíz, Querétaro, 1810

Asimismo, se visitaron las trojes[1] de todas las haciendas de aquella localidad para revisar que los productores no estuvieran acaparando granos de maíz para su reventa; sin embargo, los graneros de maíz estaban vacíos. Ante esta terrible situación, Miguel Domínguez les solicitó a las haciendas vecinas que vendieran su maíz a la alhóndiga de Querétaro, misma que se encargaría de cubrir el costo de los traslados. A pesar del gran negocio que representaba esta propuesta, no se presentó ninguna oferta por parte de las haciendas de otros estados. Con esto se confirmó que la escasez de maíz no solo afectaba a Querétaro, sino también a otras poblaciones aledañas (imagen 2).

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Imagen 2. Solicitud de maíz a las haciendas cercanas de Querétaro por parte de Miguel Domínguez, Querétaro, 1810

Muy pronto, el problema de la escasez de maíz trajo consigo la amenaza de un motín a las puertas de la alhóndiga, pues, tal como informó el corregidor Domínguez, el número de personas que llegaban para comprar alimento aumentaba poco a poco debido a que se habían agotado las reservas de otros puntos de abastecimiento (imagen 3).   

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Imagen 3. Descripción de las acciones tomadas por parte de Miguel Domínguez para salvaguardar la alhóndiga de Querétaro, Querétaro, 1810

Este problema no fue exclusivo de la ciudad de Querétaro, en la Ciudad de México también hubo malestar general en la población por la falta de abastecimiento en los puntos de venta. Para calmar esta situación, el virrey Francisco Javier de Lizana ordenó que se adoptaran las medidas establecidas por el antiguo virrey Bernardo de Gálvez durante la crisis de maíz de 1785, entre las que estaban inventariar todo el maíz localizado en las haciendas de los poblados afectados, estimar el maíz necesario para satisfacer la demanda en cada pueblo, conocer el estado de las cosechas pendientes de maíz y otras semillas, prohibir la extracción de maíz en las localidades afectadas por el hambre, mantener abiertos los graneros para el abasto y aprovisionamiento de los indígenas, no aumentar el precio y utilizar semilla criolla para mantener la calidad de las cosechas.

Sin embargo, estas medidas no lograron apaciguar el descontento del pueblo, ya que, en noviembre de 1809, un gran número de personas estuvo a punto de tomar la alhóndiga ante la falta de alimento, pero la promesa de vender maíz a todo el pueblo hasta largas horas de la noche logró apaciguar los ánimos (imagen 4).

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Imagen 4. Informe de Nicolás de Vega sobre los tumultos por falta de maíz en la alhóndiga de la Ciudad de México, Ciudad de México, 1809

Pese a que la crisis del campo de 1809 llegó a ser atendida por el gobierno novohispano, evitando en su momento motines, sus efectos permanecieron en la mente de los pobladores, en especial dentro de las comunidades indígenas que se vieron obligadas a cambiar su economía de autoconsumo. Sin duda, las consecuencias negativas en los niveles de vida de los pobladores novohispanos atizaron el descontento general, el cual culminó con el levantamiento armado encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla.

Bibliografía consultada:

Jesús Hernández, Jaime, “Agricultura” en Ana Carolina Ibarra, Virginia Guedea y Alfredo Ávila Rueda, [coords.], Diccionario de la Independencia de México, México, UNAM, 2010, págs. 362-365. [Consulta: 6 de enero de 2023]

Rafael Serra Ruiz, La alhóndiga en el siglo XVIII (Unas ordenanzas de 1774), Madrid, Instituto Nacional de Estudios Jurídicos, 1971.  [Consulta: 6 de enero de 2023]

Referencia de imágenes:

Imagen 1. Miguel Domínguez a su alteza, Querétaro, 1810, en AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, caja 2516, exp. 7, foja 1.

Imagen 2. Miguel Domínguez a su alteza, Querétaro, 1810, en AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, caja 2516, exp. 7, foja 2.

Imagen 3. Descripción de las acciones tomadas por parte de Miguel Domínguez para salvaguardar la alhóndiga de Querétaro, Querétaro, 1810, en AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, caja 2516, exp. 7, foja 4.

Imagen 4. Nicolás de Vega a los jueces hacedores, México, 14 de noviembre de 1809, en AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente Virreinal, caja 3677, exp. 6, foja 1.

 

 

 

[1] Estructuras destinadas al depósito de productos agrícolas. Estas varían en función del producto que se guarda y condiciones económicas y culturales.

Las alhóndigas en la Nueva España durante la escasez de maíz