Durante la época novohispana, varios de los procesos criminales tratados en los tribunales de justicia estaban relacionados a delitos contra la vida y la integridad física de las personas, así como con la alteración del orden público. Muchas veces, estos se relacionaban con el delito de portación de armas, principalmente de cuchillos, pues era un instrumento que se adquiría con más facilidad y que se podía fabricar de manera casera, por lo que mucha gente cargaba con ellos y más de una vez formaron parte de los expedientes judiciales.

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Entre los muchos casos que involucraron cuchillos se encuentra el del tabernero Juan Cristóbal, un hombre mestizo residente del poblado de Tulancingo, jurisdicción de Hidalgo. El 21 de junio de 1784, Juan irrumpió en el Real Tribunal de la Acordada alrededor de las nueve de la mañana para hacer una acusación en contra de un sujeto identificado como Mariano Priego, quien lo había golpeado y amenazado con un cuchillo por haberle negado un pulque.

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Con golpes en la cara, el tabernero contó que se encontraba muy temprano, casi de madrugada, barriendo su pulquería, cuando de repente se presentó Mariano pidiendo de manera altanera que se le sirviera medio pulque, Juan respondió que aún no le surtían la bebida, continuó barriendo e ignoró la presencia de Priego hasta que este se retiró. Pero para sorpresa del encargado de la pulquería, Mariano no tomó de muy buena manera la negativa.

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Mariano regresó y le propinó un golpe con la rodilla a Juan, así como varios puñetazos en el pecho mientras le repetía que le sirviera medio pulque. Juan cerró la puerta de su establecimiento y trató de escapar sin éxito alguno, pues Priego lo detuvo y lo siguió golpeando hasta que sacó un cuchillo de gran tamaño de su pantalón y amagó con usarlo para lastimarlo.

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Juan Cristóbal logró zafarse y llegar al tribunal, en donde las autoridades dieron la orden a algunos comisarios de recorrer el pueblo en busca del paradero de Mariano Priego. Lo encontraron cerca de una capilla, lo aprehendieron y efectivamente encontraron en su posesión un cuchillo, el cual tenía una medida de cerca de media vara de largo y dos dedos de ancho, por lo que lo remitieron a la Real Cárcel de Tulancingo.

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Una vez remitido al Real Tribunal de la Acordada, Priego fue interrogado por lo sucedido. Dijo que nunca había agredido al tabernero, que sólo había pedido el pulque y se había retirado tras la negativa. Sobre el cuchillo aceptó que lo portaba como un arma de defensa personal porque caminaba mucho por las noches y que no había podido dejarlo en su propio hogar debido a que se estaba quedando en casa de un amigo. El juez no creyó nada de lo relatado por Priego, por lo que ordenó la confiscación del cuchillo y la detención de Mariano para que cumpliera su castigo en la cárcel.

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Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, Indiferente de Guerra, vol. 187B, f. 246.

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*

Golpes, cuchillos y amenazas: la reacción de Mariano Priego ante un pulque negado